La iluminación LED requiere menos energía para funcionar, eso está comprobado. Su promedio de consumo es la mitad que el de la iluminación con fluorescentes y un cuarto respecto a las de incandescencia. Su beneficio radica en la optimización de su ratio de energía por lumen producido. Por lo tanto, deberíamos deducir que la tecnología LED nos ha ayudado a reducir el consumo manteniendo la cantidad de luz que utilizamos, pero no es así y las evidencias vienen del espacio.
Las fotos de la Tierra tomadas desde el espacio nos muestran que nuestro planeta se ve más iluminado cada año, tanto en intensidad como en extensión. La revista Science Advances lo denomina un “efecto rebote debido a un mayor uso de la energía por el menor coste de la luz”.
El LED nos ha mostrado un nuevo mundo para el diseño de luminarias e instalaciones lumínicas de cualquier tipo, desde el alumbrado público a nuestro propio salón. Aún así, este descubrimiento nos plantea de nuevo el reto de la eficiencia, pues debemos aprovechar la eficacia energética que nos brinda esta tecnología y, por lo tanto, ser responsables con su utilización.