España planea cambiar completamente su sistema eléctrico para que todas, o la gran mayoría, de sus fuentes energéticas sean renovables en 2050 y así descarbonatar su economía.
De esta manera, las emisiones de gases de efecto invernadero se reducirían en un 90% en comparación con los niveles de 1990. El gobierno piensa instalar al menos 3,000 MW de capacidad de energía eólica y solar cada año durante los próximos 10 años. Si bien una quinta parte del presupuesto estatal se reservará para medidas contra el cambio climático, se prohibirán las nuevas licencias para los simulacros de combustibles fósiles, la explotación de hidrocarburos y la fracturación hidráulica.
La eficiencia energética se mejorará en un 35% en los próximos 11 años. Las instituciones locales y nacionales solo podrán operar en edificios de consumo de energía cercanos a cero. Es por ello que los expertos en cambio climático han calificado el plan de inspirador e innovador.