El auge de la moda rápida está aumentando el número de residuos textiles. Algunos se trasladan a países en vías de desarrollo para ser reutilizados. El 95% de la ropa que se desecha está en condiciones óptimas. Sin embargo, la mayoría se incinera contaminando el aire o se depositan en vertederos generando que residuos tóxicos, sus tintes y plásticos. Esto sitúa a la industria de la moda como la segunda más contaminante del planeta, justo después de la industria petroquímica.
El poliéster, que se encuentra en más de la mitad de las prendas del mercado, utiliza 70 millones de barriles de petróleo anuales. El algodón causa un gran impacto sobre el terreno empleando insecticidas y pesticidas. Por otro lado, el rayón o viscosa tratada de una forma adecuada no es contaminante.
La huella que deja esta industria se prolonga más allá de la producción y la distribución. Por ello la Comisión Europea está tomando medidas para paliar su contaminación. Está en manos de la sociedad abogar por la compra responsable y apoyar a las firmas que están optando por la creación de prendas sostenibles.