Alrededor del 20% del consumo eléctrico total de una vivienda corresponde a la iluminación. La clave para una buena gestión es la adecuada selección de las bombillas, ya que no todas proporcionan la misma eficiencia energética y dependiendo del uso que les demos debemos conocer sus características para sacarles el máximo partido.
En casos en los que los encendidos y apagados son continuos, se recomienda usar luces halógenas o LED. En comparación con las incandescentes tradicionales consumen hasta un 30% o un 90% menos respectivamente. Si la estancia va a permanecer iluminada por largos periodos de tiempo se recomiendan utilizar fluocompactas de bajo consumo, con una larga duración diez veces superior a las tradicionales y un consumo de hasta un 80% menos.
Otros parámetros que hemos de tener en cuenta a la hora de seleccionar nuestras bombillas, a parte de la vida útil y su comparación en vatios con las incandescentes, son: La temperatura de color que alcanzan; sus valores en lumen y watt, junto al ratio de eficiencia en lumen por watt; la capacidad de encendido/apagado, y el tiempo de calentamiento, ya que algunas necesitan un periodo hasta alcanzar su máxima capacidad luminiscente. También es recomendable conocer la cantidad de mercurio y su facilidad de reciclado. Además hay que comprobar, si se quieren regular, que las bombillas sean compatibles con un regulador luminiscente.